28 diciembre 2012

Especial Ley de Medios/El grupo se queda sin balas/Por Ricardo Rouvier


El grupo se queda sin balas


Por Ricardo Rouvier*
(especial para La Tecl@ Eñe)


Evitaremos, en esta nota, entrar en la hojarasca jurídica alrededor de la ley de medios audiovisuales.  Es evidente, que esa maraña  ha sido pensada para que sea entendida por una pequeña elite; y  que sea inalcanzable para los simples mortales, y que haya que recurrir a ellos cuando es preciso.  Siempre la referencia a El Proceso, esa extraordinaria novela de Kafka  es atinada para poder ejemplificar los vericuetos procesales que terminan ahogando la equidad, y  que ponen en compartimentos estancos  a la justicia separado  de la verdad.


Sí vamos al tema por la política!  Es evidente que en algún momento, y fue en el conflicto del gobierno sobre las ganancias extraordinarias  con el denominado campo,  en que la relación de los Kirchner con el grupo se fracturara.  Lleno de enemigos, el discurso reformista que se inicia en el 2003, encuentra en el multimedio un contrincante pertinente para avanzar en su derrotero político.  Hasta un minuto antes, no solo la relación era buena, sino que se registraban beneficios del poder político respecto a Magnetto y sus huestes.  Hasta que el vínculo se partió como un cristal cuando el grupo se jugó a favor de la mesa de enlace. Considerando lo que el matutino Clarín representa en la historia contemporánea nacional, alrededor de él se multiplicaron los negocios en las oportunidades tecnológicas de la información y edición. Hoy, develado como monopolio,  se  profundiza el descubrimiento hacia los insumos que colocan a Papel Prensa en los rincones oscuros de las dictaduras que aseguran la integración vertical del grupo. Se hizo multimedio creciendo siempre bajo el paraguas del poder militar o civil, bajo la cobertura ideológica del peronismo, desarrollismo o liberalismo, pero que no se notara.  El marketing comercial del grupo ha sido impecable.  Incrementó sus negocios manteniendo su contrato con los públicos, y navegando por las ambigüedades del medio ideal  para la clase media.  A diferencia de La Nación, que es más homogénea y con mayor expresividad ideológica. Clarín ha navegado de noche y a oscuras, porque el cliente, que recibe abundante información, no percibe las operaciones, las grandes operaciones políticas del multimedio.   Su condición empresarial que lo ubica como actor de posición dominante, en medios audiovisuales, a lo largo y ancho del país, no resistiría un minuto en el país capitalista por excelencia: los EEUU. Porque allí hay legislación antimonopólica que ya padeció Microsoft, que fue acusado de aprovechar su dominio en el mercado de los sistemas operativos para forzar socios y a clientes a contratarles los otros productos.

Sin embargo, entre nosotros gracias a gobiernos, a políticos, a legisladores y a jueces de la Nación, el multimedio pudo vivir naturalmente, camuflarse en el país del nomeacuerdo.  Hasta que llegó la ley 26.522 sostenida por el voto transversal, como el límite a una historia de genuflexión y negocio, para lo cual el grupo cuenta con los buffets más prestigiosos y caros del mundo judicial para investirlo de inocencia.  El entredicho dejó renga la aplicación plena de la ley, y todavía está en los estrados judiciales,  aunque la observación, fuera del entramado jurídico, inclina la balanza a justipreciar que el grupo se va quedando sin balas, pero va ganando tiempo.
Los zócalos de TN unen todo el país, editando la información que convierte siempre el perfil de los K como desmesurados, y que cualquier movilización piquetera, o cualquier homicidio,  multiplicados por la pantalla en que lo normal es una democracia sin conflictos, y una sociedad sin marginalidad.
Lo que asombra es la hipocresía de una clase dirigente, sobre todo de políticos profesionales, que se han pasado la vida cuestionando, entre bambalinas,  al multimedio, invocando su capacidad para poner o sacar funcionarios, su gran influencia  en la vida nacional, y sin embargo no abren la  boca ante la puja política con el gobierno. Es más, esperan la derrota del gobierno. El periodista Jorge Lanata es un ejemplo demasiado evidente como para soslayarlo en este comentario: sus dichos están ahí a la vista de cualquiera.

* Sociólogo y Analista Político


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