28 junio 2012

Editorial/Moyano y las peripecias del camión/Por Conrado Yasenza


Dilemas de la confrontación y el consenso
Moyano y las peripecias del camión.


En la construcción de un potente movimiento nacional y popular, las discusiones y confrontaciones hacia el interior de lo que se podría definir como un bloque con aspiraciones hegemónicas, son saludables, y para ello hay que establecer ciertos consensos que dotarían, aún más, de una sustancia transformadora que enriquezca al Kirchnerismo y que ponga en cuestión las contradicciones creativas en una mesa de acción programática.


Por Conrado Yasenza*
(para La Tecl@ Eñe)



Escribo estas líneas a horas de la movilización a Plaza de Mayo convocada por Hugo Moyano y el gremio de Camioneros. Ya lo dije y escribí en varias oportunidades: No compartí ni comparto la estigmatización que se hace sobre la figura hoy dolorosa de Hugo Moyano. Y digo dolorosa porque justamente duele ver a Moyano sumergido en esta puja política con el Gobierno Nacional, producto y como primera interpretación,  de apetencias personales de poder y protagonismo.
Es cierto que en la construcción de un potente movimiento nacional y popular las discusiones y confrontaciones hacia el interior de lo que se podría definir como un bloque con aspiraciones hegemónicas,  son saludables y hasta deseables, y que para ello hay que establecer ciertos consensos que dotarían, aún más, de una sustancia transformadora que enriquezca al movimiento nacional y popular, el Kirchnerismo, y que ponga en cuestión las contradicciones creativas en una mesa programática de diálogo. El problema se suscita cuando unos de los representantes del Movimiento Obrero Organizado y hasta hoy líder de la CGT, confunde esa hipotética mesa programática - de cuya existencia algunos dirigentes gremiales han dado cuenta-  con el escenario en el que se intenta dirimir la continuidad al frente de la CGT, en una compleja puja con visos enfáticos de ruptura, transformándose Moyano en el ariete que aglutina a todo un frente opositor al Gobierno que va desde el Grupo Clarín y sus corporaciones económicas hasta el Movimiento Libres del Sur, pasando por la Federación Agraria, Mauricio Macri, los economistas de la derecha conservadora como Carlos Melconián, la CTA de Pablo Micheli, Biondini y su partido nazi junto a Cecilia Pando y los caceroleros de los exangües jueves. 
Y este es el riesgo de esta angustiante situación que vive hoy el País. Se ha dicho ya varias veces, y lo suscribo, que tras casi 60 años de procesos que fueron dañando el concepto hecho realidad de un Estado al servicio del pueblo y sus intereses, en clara confrontación con los intereses de minorías poderosas y cuyo punto de ruptura lo podemos situar en el golpe de 1955, digo que nueve años de ejercicio del poder de un proyecto reparador de esos grandes daños sufridos , encarnado en los gobiernos de Néstor Kirchner y Crisitina Fernández, todavía no bastan para subsanar complejas realidades. Todavía existe un 34% de trabajadores en negro, y siguen siendo importantes los desafíos en educación, salud, vivienda y protección de recursos energéticos y naturales. Pero se trata justamente de esto, de los desafíos pendientes que sólo pueden ser abordados para su resolución a través de gobiernos nacionales y populares con vocación de reparación y transformación de estas realidades. Y por ello hubiera sido deseable que dentro de esa mesa que el Movimiento Obrero Organizado realizó y realiza, y donde se elaboran proyectos de acciones programáticas que apunten a acercar propuestas al Gobierno Nacional, se encontrara Hugo Moyano, el mismo que supo acompañar al Gobierno hasta hace meses atrás, ya que los Gobiernos Kirchneristas, y no otros, re-establecieron los convenios colectivos de trabajo y la discusión salarial en paritarias dos veces al año. Es decir, desde hace nueve años se discuten salarios y no ajustes en la República Argentina.
Es necesario hacer estas observaciones como recordar el país del cual venimos: El de la dictadura cívico-militar, el de la experiencia democrática fallida del Alfonsinismo, el de la convertibilidad expoliadora del Menemato que arrojó a la pobreza e indigencia a más del 50 % de nuestros compatriotas,  y del de la dramática y espasmódica  Alianza de Fernando de la Rúa. Una continuidad histórica que tras el Mega canje, el blindaje, el corralito y corralón, implotó con la Rebelión Popular del 19 y 20 de Diciembre de 2001 para ser refrendada durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde con los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Junio de 2002, durante la cacería del Puente Pueyrredón en Avellaneda, en clara respuesta a las exigencias de disciplinamiento y orden de los organismos financieros internacionales para considerar a la República, nuevamente perdida, como un país “viable”.
De aquella trágica realidad venimos.  La memoria es a veces un ejercicio ganado por la pereza, y por ello esta breve e insuficiente reseña.
Y también la necesidad de insistir en que las posiciones del consenso posibilista que intentan enmascararse bajo el diálogo y la negación de la confrontación entre intereses de clase contrapuestos, es una posición falaz ya que esconde sus verdaderos intereses: La restauración conservadora que ajuste salarios y elimine puestos de trabajo, frene el intento de reactivación industrial y sustitución de importaciones y ponga a funcionar nuevamente la bicicleta financiera que tracciona la sangre de la Nación.
Es por todo ello que a horas de la Movilización a Plaza de Mayo convocada por el gremio de Camioneros que lidera Hugo Moyano, escribo estas líneas con la esperanza de que aquellos sindicalistas que vivieron la cárcel y persecución reflexionen acerca de la necesidad de establecer canales de comunicación - tender puentes – con el Gobierno Nacional para intentar destrabar esta difícil situación que vivimos. Son tiempos de profundas crisis económicas en el mundo: Grecia y España constituyen ese espejo que nos devuelve la imagen dramática  de una realidad que vivimos hasta hace no mucho tiempo atrás. Nuestro país, por la acción política reparadora y transformadora del proyecto denominado Kirchnerismo, vive una realidad en la que se han creado y defendido 5 millones de puestos de trabajo y donde hoy la discusión pasa por el salario y no el ajuste. Buscar el consenso entre posiciones políticas afines es una necesidad imperiosa para ampliar la base de sustentación de poder.  También es interesante plantear la aceptación del conflicto hacia el interior del Gobierno Nacional como una instancia dialéctico-creativa para la búsqueda de esos consensos externos.  La confrontación con aquellos a quienes el bienestar social y económico de una amplia mayoría de nuestro pueblo no les interesa, es esperable, recrudecerá. Y esta confrontación puede adquirir ribetes destituyentes quizás recuperados luego de analizar la farsa institucional que derrocó al legítimo presidente del pueblo Paraguayo, Fernando Lugo, a través de un Golpe de Estado no tradicional.
Y este es un dato que el sector sindical liderado por Hugo Moyano parece no tener en cuenta. Quizás la situación de encontrarse a horas de haber vivido una movilización a Plaza de Mayo, que fue numerosa aunque algo desangelada, obligue a quienes acompañaron hasta hace poco tiempo al Gobierno Nacional a reflexionar sobre la idea del consenso y la confrontación. Intuyo que muchos de ellos, incluyendo a la Juventud Sindical expresada en Facundo Moyano, se han planteado este dilema frente a los verdaderos peligros – y posibles enemigos y detractores - que acechan a este proyecto. Intentar consensuar posiciones hacia adentro del campo nacional y popular para dotarlo de potencia y recursos nuevos y creativos, es una imperiosa necesidad de la hora.
Las hienas esperan allí afuera sonriendo y mostrando sus afilados dientes.

*Periodista


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